La capacidad de resolver problemas es una de las cualidades más solicitadas en los anuncios de trabajo, porque está relacionada directamente con la posibilidad de alcanzar un rendimiento excelente.
No se trata de una competencia técnica, no se refiere a la capacidad de una persona de resolver situaciones relacionadas con una materia específica de la que es experto. En términos generales el solucionador de problemas se puede definir como el arte de resolver los problemas, bien sean de naturaleza personal, interpersonal o de las organizaciones, mediante la utilización de tácticas y técnicas de máxima eficacia (solución del problema) y eficiencia (relación tiempo y esfuerzo).
Se trata, pues de una competencia transversal, útil en los distintos ámbitos de trabajo además de la vida privada. Cada uno de nosotros está sometido continuamente a prueba; y la calidad de nuestra vida depende del modo en que afrontemos los problemas que encontramos en nuestro camino, de nuestra capacidad de transformarlos, como hace el padre de Robbins en la cita, en tareas a realizar.
El solucionador de problemas consiste en aplicar 4 reglas:
- Mata el monstruo cuando el pequeño
- Accede a un nivel de pensamiento superior.
- Libera Tu creatividad.
- Ten Fe.
Regla 1.- Mata el monstruo cuando es pequeño
A nadie le gusta enfrentarse a los problemas y por este motivo, las personas no sólo posponen hasta el infinito la solución, como si esperasen tiempos mejores, sino que en algunos casos hasta fingen no verlos. La realidad es que son muy raros los casos en que un problema se resuelve por si mismo.
Cuanto más se finge que no existe el problema o se pospone su solución, más crece el «monstruo» y corremos el riesgo de que nos aplaste.
Por eso la primera regla del solucionador de problemas es «mata el monstruo cuando es pequeño», es decir, si tengo un problema he de afrontarlo enseguida.
La primera fase es identificar y definir el problema.
En las empresas esta fase estratégica corresponde especialmente a los líderes; en la vida diaria la capacidad de mirar de frente la realidad y reconocer la presencia del monstruo, aunque sea pequeño, es una cualidad típica de quien es líder de sí mismo.
El líder debe desarrollar la capacidad de identificar las más mínimas señales que indiquen la existencia de un problema y al mismo tiempo tener la determinación de querer enfrentarse a él.
La siguiente regla se refiere al «cómo» hacerle frente.
2.- Accede a un nivel de pensamiento superior
Nuestros problemas no pueden ser resueltos en el mismo nivel de pensamiento en el que han sido generados»
Albert Einstein
Si tenemos un problema cuya solución somos incapaces de encontrar, continuar utilizando los mismos esquemas de pensamiento que se han mostrado insuficientes no nos servirá para desbloquear la situación.
Para salir del problema es necesario ver algo que todavía no hemos tenido en cuenta, abrir la mente a posibilidades que todavía no hemos explorado, impulsando nuestro pensamiento desde un nivel en el que es incapaz de resolver el problema hasta otro más elevado en el que esté en situación de comprender la solución
Podemos representarnos el crecimiento personal, nuestra evolución mental, emocional y espiritual como una serie de «anillos» superpuestos que se dirigen de abajo hacia arriba.
Cuanto más crecemos, aprendiendo de la experiencia, desarrollando una mayor conciencia, expandiendo nuestro pensamiento, más ascendemos hacia los anillos superiores, desde los cuales tenemos una visión distinta de la situación; como un escalador que desde la cima de la montaña puede disfrutar de un panorama más amplio.
Todos recordamos, por ejemplo, conflictos en nuestra adolescencia que en aquel momento considerábamos casi de «vida o muerte» y que vistos ahora con nuestros ojos de adultos, nos hacen poco más que sonreír.
Lo que Einstein nos sugiere es resituar nuestro focus.
¿Cómo se puede orientar nuestro focus de manera positiva?
1.- Plantea las preguntas adecuadas.
Preguntas del estilo: «¿Por qué todo me pasa a mí?«, «¿Por qué nunca consigo lo que quiero?«, son preguntas improductivas porque nos hacen concentrarnos sobre el problema, induciéndonos estados emocionales negativos como la frustración, la rabia, la tristeza, etc. que nos privan de las fuerzas necesarias para afrontar y resolver el problema.
La mejor manera para dirigir el focus es plantearse preguntas como: «¿Qué hay de bueno en todo esto?», «¿Cómo puedo mejorar?»
Tales preguntas nos ayudan a concentrarnos en la solución, pero, sobre todo, parten de la base de que es posible una solución. Esto induce estados de ánimo positivos y por lo tanto llenos de recursos.
Las preguntas nos permiten plantear el problema de la manera correcta, y desde el momento en que se define bien, ya estamos en camino de la solución.
2.- Cuida el lenguaje que utilizas.
La palabra es el principal medio a través del cual interpretamos la realidad; «etiquetar» de una manera determinada nuestras experiencias, cambia automáticamente las sensaciones que nos produce,
Con las palabras comunicamos nuestros estados de ánimo, nuestras ideas, nuestras creencias a los demás, pero sobre todo a nosotros mismos. Aquello que decimos continua e intensamente, poquito a poco, se acaba convirtiendo en nuestra realidad. Resumiendo, las palabras pueden tener un verdadero poder hipnótico sobre nosotros.
Posiblemente una de las palabras más utilizadas a diario es «problema» y cuando decimos: «Tengo un problema«, tendemos a hacerlo como si tuviésemos una gran espada de Damocles sobre nuestra cabeza.
Una situación puede resultar más fácil de resolver si en lugar de considerarla un problema, término cargado de emociones negativas, la vemos como un reto o una tarea.
Empecemos, pues, por eliminar la palabra problema de nuestro vocabulario y a sustituirla por otra más productiva como: «una cuestión para resolver».
Regla 3.- Libera tu creatividad
Ser un solucionador de problemas no significa que tengamos un método standard para resolver los problemas, sino que somos capaces de crear cada vez una solución diferente y adaptada a la situación, lo que requiere mucha flexibilidad y creatividad.
3 fases para producir nuevas ideas:
Preparación
Es la fase en la que uno se sumerge por completo en el problema tratando de conseguir la mayor cantidad de información posible. Es útil ser receptivo, abierto y estar dispuesto a escuchar de manera positiva y sin prejuicios.
Incubación
La información recogida se deja decantar. Esta fase es a la que se refiere el refrán: «consultarlo con la almohada«.
Gran parte del trabajo lo desarrolla nuestro subconsciente que produce asociaciones libres entre las ideas que se agolpan en nuestra cabeza sin la censura a la que están sometidas por nuestro consciente
Iluminación
A veces ocurre que cuando menos te lo esperas, mientras te miras al espejo, estás cocinando o haciendo cualquier actividad rutinaria, exclamas: «¡Ya está! ¡Lo tengo!»
Pero sólo el pensamiento no es todavía un acto creativo; la fase final consiste en transformar el fruto de la intuición en acción
Regla 4.- Ten Fe
«Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, tendrás razón.» Henry Ford
Un solucionador de problemas no pierde nunca la fe y continúa creyendo en la posibilidad de conseguir su objetivo. Esta es una característica básica, el tener creencias potenciadoras acerca de tus propias capacidades.
La confianza en nosotros mismos nos permite afrontar de verdad los problemas y no simplemente «removerlos» lamentándonos, como hace la mayoría de la gente.
Sin embargo cuando la solución de un problema necesita también de otras personas, la confianza en uno mismo no es suficiente, tiene que estar acompañada de creencias potenciadoras acerca de los demás (pareja, colaboradores, superiores, clientes, etc.).
La imagen de un solucionador de problemas no es la del héroe que lucha contra el resto del mundo, sino más bien la del miembro de un equipo que sabe mirar a su alrededor y aceptar ideas y sugerencias de los demás.
Fuente: Vivir con Pasión – Anthony Robbins
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