“El mejor momento de la historia es cuando todo se colapsa porque significa que algo nuevo está a punto de nacer”. Julian Barnes
Llevo unos días reflexionando sobre las medidas que nos imponen cada día a raíz de la “pandemia” que estamos transitando y esto me he hecho rescatar el libro de la periodista Canadiense Naomi Klein “La Doctrina del Shock” .
El planteamiento básico de la doctrina del shock es que los grandes capitales aprovechan los momentos de tragedia o desastre para proponer o imponer políticas que los benefician. La incapacidad de reacción de la gente en esos momentos favorece esta estrategia creando un estado de miedo, inseguridad e incertidumbre que hace a la gente vulnerable y más fácil de manipular.
Según plantea Klein en su libro, ha encontrado que los desastres son una oportunidad para llevar esa idea a su máxima expresión y esto se habría aplicado en varias oportunidades. El método que emplean para aprovechar estas situaciones es análogo a los electroshocks en psiquiatría.
Todo coincide con la idea de Milton Friedman que dice que una sociedad conmocionada demanda medidas por parte de los Estados y para estos se abre una oportunidad: la de imponer soluciones que terminen favoreciendo a los grandes capitales.
“Las partes que tienen más que ganar nunca aparecen por el campo de batalla”. Naomi Klein.
En estos momentos, estamos inmersos en una doctrina del shock. Así lo percibo. Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío) decía que lo peor que le puede pasar al ser humano es tener que elegir entre libertad y seguridad porque esa confrontación es una confrontación falsa. La mayor garantía de la seguridad es la libertad y cuando se nos hace creer todo lo contrario, que hay que renunciar a parte de nuestra libertad para tener seguridad, de lo que se nos está hablando no es de seguridad sino de autoritarismo, de implantar un tipo de sociedad que interesa a unos pocos y que quieren que los demás aceptemos, bajo la influencia de esos miedos y pretendida seguridad.
Poniéndolo en forma de metáfora, es como el pirómano, que origina el incendio y, a partir de ahí, se viste de bombero y aparece como salvador que va a apagar el incendio.
Lejos de interpretar lo que sucede como algo negativo (cada cual cumple su papel en la historia que vivimos y hace de espejo) lo interpreto como una llamada al “despertar”, como una llamada a cuestionar e indagar lo que sucede para conectar con mi interior y desde ahí tomar la decisión que siento que es correcta para mí (no me gusta lo de buena o mala porque todo es relativo y la línea es muy fina), respetando la decisión de cada uno.
Es momento de cuestionar y saber dónde queremos estar y cómo queremos vivir todo lo que está sucediendo, conectando con nuestro maestro interno. Despertemos y caminemos hacia una humanidad más consciente que entienda que en la colaboración y en la cooperación está la evolución.
“Libertad individual, Felicidad colectiva”
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