Todos nacemos dos veces, la primera es el nacimiento que todos conocemos, salimos del vientre de nuestra madre a un mundo desconocido que nos permitirá vivir las experiencias que nuestra alma necesita para lograr el propósito que da sentido a muestra vida. Aunque durante el transcurso de nuestra vida no lo recordamos, todas, absolutamente todas las experiencias por las que pasamos, fueron pactadas en un nivel superior antes de encarnar en nuestro cuerpo para que el alma evolucione.
Y nacemos una segunda vez, cuando nos desprendemos de nuestro ego y somos capaces de mirar con el corazón y el amor es lo que preside nuestra vida. Esto lo describe muy bien el ave fénix que renace de sus cenizas, muere para renacer con toda su gloria. El Fénix es un símbolo del renacimiento físico y espiritual por el que todos los seres humanos debemos pasar en nuestra vida sí queremos “recordar” el propósito por el que vinimos, aquél que da sentido a nuestra vida humana y que nos aleja del sufrimiento, del dolor y del miedo.
La mayor parte de nuestra vida la transitamos “dormidos” por nuestro ego, que nos domina y nos controla porque el miedo se instala en nuestras acciones. Todas nuestras relaciones se basan en patrones de miedo, porque el ego nos domina y necesitamos tener el control con la falsa ilusión de creer que estamos en la posesión de la verdad…..pero…realmente ¿qué quieres, tener razón o ser feliz? El ego nos proporciona una satisfacción a corto plazo pero la verdadera felicidad se encuentra en la satisfacción a largo plazo ¿qué estás dispuesto a hacer para llegar a obtener tu sueño? Cada día tienes que esforzarte para ir construyendo los pasos del camino que te llevarán a tu éxito, el que tú decidas, pero tienes que tener claro que ese éxito también te aportará felicidad, porque estará en sintonía con lo que tú eres, con tu esencia más profunda.
Y también tienes que tener claro que tendrás que esforzarte para ser el mejor en eso que tú decidas dar al mundo, eso que es tu esencia porque sólo desde la excelencia y la absoluta certeza y creencia de que lo que hacemos es lo mejor que podemos dar al mundo, recibiremos el éxito.
La segunda ley espiritual del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar y del recibir porque el universo opera a través de un intercambio dinámico. Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.
Detente, despierta, medita, mira dentro de ti, pregunta a tu maestro interior qué es lo que has venido a regalar al mundo, no te sientas separado del mundo que te rodea porque formas una unidad con todo….¡Atrévete a nacer de nuevo desde el amor profundo e incondicional hacía ti y hacía toda la humanidad!
Buen re-nacimiento
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